Primera Interacción
La estrella marcó el rumbo, la barca rompió las amarras del vapor ” Savoie”, y cuatro corazones peregrinos de la Salle , provenientes de Francia con la mirada puesta en el infinito mar y el corazón palpitante de esperanza, zarpan con rumbo a la tierra del faisán y del venado, del jade y la obsidiana. En el momento querido por Dios, los lasallistas hacen su aparición en nuestro país. Vienen preparados y se encuentran con un pueblo ansioso y receptivo. Educadores franceses, recién inmigrados, inician calladamente, en aulas, a menudo improvisadas, el más profundo de los cambios, el que llega por la educación. La presencia de los Hermanos en México respondió al llamado que durante 40 años llegaron a los Superiores del Episcopado para que la Congregación se implantara en México. Hace ya 100 años, en 1906, pisaron por primera vez, tierras mexicanas, un grupo de 4 Hermanos Franceses.
Asilo de la Inmaculada Concepción
En Saltillo, desde hacía años, funcionaba una obra dirigida por los PP. Jesuitas. Regentaban la Iglesia de San Juan Nepomuceno y un colegio de internos y externos llamado asilo de la “Inmaculada Concepción”. Fue Monseñor Jesús María Echavarría quien pidió y consiguió Hermanos para su ciudad episcopal, dejándolos a cargo del asilo. Las estrechas y ondulantes calles de nuestra ciudad reciben la semilla lasallista un 2 de marzo de 1907, llegan para su fundación y dirección el H. Netelmo de Jesús, acompañado de otros 4 Hermanos; Agathon Lucien, Alberón Etienne, Alix Pierre y Nanthier Marie, para el día 3 ya estaban en funciones sin tener ni siquiera tiempo para adaptarse a las nuevas condiciones de vida. De inmediato clasificaron a los alumnos en tres grupos; mayores, medianos y pequeños. Pronto los éxitos surgieron con el cambio de método y una estrecha dedicación a todos los pormenores de la educación. En noviembre eran ya seis religiosos que educaban a 150 externos y 32 internos de forma gratuita. Durante el primer mes de clases con la presencia de los Hermanos Lasallistas, los alumnos aumentaron a 230, el orden y disciplina se notó de inmediato, todos los alumnos y de manera muy especial los internos, nunca estaban solos, había siempre un vigilante, se elaboró un reglamento para las clases. La puntualidad no era el punto fuerte de los externos, el Director Hno. José Netelmo ordenó cerrar con llave la puerta de entrada que daba a la calle Hidalgo sur, quienes llegaban atrasados aunque fuera cinco minutos, encontraban la puerta cerrada y tenía que devolverse a su casa, el siguiente día se les pedía cuenta por su ausencia del día anterior y este modo de proceder, fue la forma de corregir a quienes acostumbraban llegar tarde.
Llegada a Saltillo - Sostenimiento de la Escuela
La labor educadora estaba en muy buenas manos. Pero ¿cómo funcionaba el sostenimiento de la misma? He aquí como estaba organizado su funcionamiento. La pobreza era grande y además la educación impartida era gratuita, basta recordar que cuando los Hermanos tomaron el asilo, no había ni escritorios, ni patio acondicionado, ni siquiera luz eléctrica. Todo esto fue hecho o conseguido posteriormente. La obra era bien vista por las autoridades y por la sociedad, por esta razón el Gobernador del Estado Lic. D. Miguel Cárdenas, era quien se encargaba del sueldo de los profesores, la tesorería del Estado entregaba cierta cantidad para los huérfanos y el Alcalde contribuía con otra cantidad para el sostenimiento de la misma. El padre rector (Jesuita) y las damas de la “Junta” se encargaban de los demás gastos. Al final del mes el Hermano Director presentaba la cuenta de los gastos y la Presidenta de “Junta” recogía de los bienhechores la cuota voluntaria a la cual se había comprometido. ¿Cuál fue el resultado de semejante organización económica? “Los Gobernadores y el Alcalde siempre cumplieron con sus compromisos. Las Presidentas de la “Junta” también hicieron honor a su palabra”. Los Hermanos sólo tuvieron palabras de alabanza para con todas estas personas y por los 7 años en que estuvieron al frente del Asilo.
Huerta de los "Hermanitos"
Pero los Hermanos no se quedaron con los brazos cruzados, dentro del programa escolar había lecciones prácticas de agricultura, fue entonces que el Gobernador Cárdenas, le dio al Asilo, un terreno baldío que era casi como un basurero, lo dotó da agua procedente del famoso “Ojo de Agua” y lo bardeó con adobes. Sus productos aliviaron las necesidades de alimentación de los huérfanos y los Hermanos. Los Hermanos junto con los alumnos, transformaron ese erial en una hermosa huerta donde legumbres y frutas pronto prosperaron. Cabe mencionar que este huerto llegó a ser célebre por sus cultivos que resultaron magníficos, algunas variedades fueron importadas de Francia y cuando la gente se dio cuenta de lo que se producía en la huerta de los Hermanos, comenzaron a comprar la verdura que ahí se producía, lo que ayudó a los Hermanos para atender las necesidades de alimentación y educación de los huérfanos y ellos mismos.
Venustiano Carranza y el "Asilo"
En 1909 estalló un movimiento en el Norte conocido como “Reísmo”, en elecciones internas para Gobernador del Estado resultó electo D. Venustiano Carranza, quien fue gran amigo de la obra y de los Hermanos, siempre bienhechor de la misma., ayudó a la escuela en diferentes maneras. En varias ocasiones estuvo presente en las fiestas escolares de fin de año y era él y algunos de los que lo acompañaban, quienes colocaban las medallas a los estudiantes distinguidos. También visitaba con frecuencia la huerta la cual admiraba por sus maravillosos frutos, de la cuál expresaba; “Jamás en mi vida he visto una maravilla semejante”. Se entusiasmó tanto de la obra de los HH que en una ocasión les dijo, que si llegaba a ser Presidente de la República les confiaría todas las Escuelas Normales del País.
Primera fundación: 1937
Una obra más para Saltillo: "Escuela San Juan Bautista De La Salle"
Monseñor Echavarría quiso dar a Saltillo otra escuela enteramente gratuita, por telegrama pidió a París le enviaran otros educadores y lo consiguió. En la calle Bravo se organizó la escuela “San Juan Bautista De La Salle ”, que fue supervisada por el Director del “Asilo de la Inmaculada Concepción ” el Hno. Netelmo de Jesús. El 1° de octubre se encargó de las inscripciones, ya que los Hermanos que debían atender esta obra, no habían llegado de Francia. Tres Hermanos vinieron urgentemente de Querétaro para hacer frente a las tareas escolares mientras llegaban los Hermanos que se harían cargo. Por fin el 10 de noviembre, llegó a Saltillo el Hno. Nil de Jesús al frente de cinco Hermanos, para instalarse en la nueva dirección. La primera noche fue muy corta y precaria. El día siguiente era domingo que aprovecharon para preparar sus lecciones y tomar posesión de sus clases el lunes siguiente. No hubo pues tiempo para añoranzas. Esta obra fue más conocida como “Escuela del Hermano Nilo”, quien fue el único director hasta 1914, contando entonces con 135 alumnos.
La violencia estalla en México
Pero las obras de Dios están marcadas por la cruz. Si bien la revolución se venía gestando ya desde 1910, es en 1914 cuando la violencia exasperada se desata y pasa por su período de terror y persecución religiosa. Los Hermanos, se han entregado de lleno. Hermanos muy bien formados y con una identidad clara y definida, hombres de cultura, intelectuales, autores de libros e investigadores destacados, religiosos a carta cabal, muy unidos entre sí y muy austeros, alegremente aceptaron limitaciones y pobrezas. Eran también, personas muy piadosas y de gran regularidad, animan todo tipo de obras: escuelas gratuitas, internados, primarias, secundarias, preparatorias, escuelas normales y de comercio… y de la noche a la mañana todo se derrumba… Hay que salir del país, de nuevo el exilio, la renuncia, vivir otra vez la diáspora, sentirse sin pertenencia. Tantos sudores y renuncias parecen terminar en nada.
Al exilio sabia nueva
En Saltillo, el exilio de los Hermanos fue tardío, ya que el Gobernador Venustiano Carranza, ordenó que un retén de soldados estuviera siempre en la puerta de las instalaciones y así evitar molestias a profesores y alumnos. Pero finalmente en agosto de 1914 los HH a petición del Hermano Visitador y del Superior General deben emigrar. No es de extrañar que la obra del Asilo y de la calle de Bravo haya dado gran fama a los lasallistas. Su partida fue muy sentida pues tanto la sociedad como las autoridades presionaron para que se quedaran, pero no fue posible debido a los acontecimientos. Lo propio del ser es engendrar seres semejantes. A pesar de lo numeroso que eran, los Hermanos franceses, no consideran que siempre vendrán de Francia los futuros Hermanos y se preocupan desde muy pronto por sembrar una semilla nueva, semilla mexicana. Y que bien lo supieron hacer nuestros fundadores, atrajeron prosélitos en cantidad y calidad para ser sus compañeros y luego continuadores de la obra del Santo de Reims. Junto a los Hermanos franceses, van 16 Novicios mexicanos que pronto regresan a la segunda fundación del Distrito México y por su puesto a Saltillo, Coahuila. Ellos permanecieron fieles hasta el fin, marcados por el impacto más puro de los Fundadores del Distrito. Los refugios improvisados que, como todo lo improvisado, dura años, son Cuba y Estados Unidos. Pero el Señor de la Historia , acepta este sacrificio para fecundar el futuro de la obra. El exilio era para ellos garantía de la vivencia integral de su vocación religiosa: Salvaguardar la consagración, salvaguardar la vida comunitaria y salvaguardar la misión.
Segunda Fundación
Academia Comercial Nicolás Bravo
A su partida, en 1914, los Hermanos dejaron gratos recuerdos en Saltillo. El Sr. Obispo Echavarría que los había llamado en 1907 insiste en su regreso, tal era la excelente reputación dejada por los primeros, que gustoso repetía: “Una vez los Hermanos Lasallistas en Saltillo, podré morir contento”. Pero Saltillo estaba alejado de la Capital , las vías de comunicación eran lentas y pocas, la situación política insegura, todo esto impedía intentar una reinstalación. En 1933 el H. Visitador D. Lucién se entrevistó con Monseñor para examinar la posibilidad. Por fin el consejo de Distrito aprobó intentar la reapertura. Habrá que esperar 4 años para realizar este voto. El 10 de enero de 1937 el consejo de Distrito aprobó la reapertura y un grupo de 5 Hermanos encabezados por el H. Andrés Treviño llegaron a Saltillo para iniciar de nuevo esta magnífica obra. A pesar de un recibimiento caluroso, tendrán que hacer frente también a grandes dificultades. El Hno. Netelmo en una carta del 22 de febrero de 1937 explica su temor: “La simpatía para los nuestros, el entusiasmo levantado por su regreso, casi hacen temer que los esbirros del “Centro” ( la Capital ) tengan conocimiento de su llegada y los estorben mucho”. Y tenía sobrada razón. La primera dificultad surgió del local que debía encontrarse. Por fin el número 405 de la Calle Nicolás Bravo pareció adecuado por alejado del centro, modesto y muy poco apto para llamar la atención de las autoridades escolares. Hubo que hacer diversas reparaciones. El Sr. Obispo junto con diversas familias de Saltillo, colaboraron con los Hermanos en dicha tarea.
Al final de enero, la “Academia Comercial Nicolás Bravo” abría sus puertas para la enseñanza comercial y el primer año de secundaria disimulado en el comercio. Dos clases de Primaria empezaban también con 3º, 4º y 5º, 6º pero clandestinamente. Un profesor seglar aceptó ser director técnico y obtuvo la aprobación oficial para la “Academia Comercial” pero no pudo lograr nada para Primaria ni para Secundaria. Con todo de 30 alumnos que hubo al principio, 180 terminaron el curso. Pronto las autoridades escolares federales supieron de la existencia de la escuela clandestina. Monseñor permitió entablar diligencias para lograr la incorporación, pero las condiciones de intransigencia socialista hicieron fracasar todos los intentos. En escondites hubo que educar hasta fines de noviembre y conseguir diplomas oficiales en el Estado de Jalisco para 6º de primaria. 1938 fue ciertamente el año más duro para la escuela. Ante todo hubo que encontrar lugar para la Primaria. En los anexos de Catedral se instalaron los grupos, así como en diferentes casas que las familias comprometidas con la obra prestaban, aún con el riesgo de ser confiscadas si las autoridades federales se enteraban, por las noches había que cambiar el mobiliario de una casa a otra cuando ésta ya había sido descubierta. En segundo lugar hubo que aceptar y concluir el año escolar en julio según el plan establecido en todas las escuelas del norte del país. En mayo se tuvo que cerrar los dos grupos de Secundaria por ser imposible llevar a cabo esta enseñanza. Luego a fines del curso, el director técnico de la escuela renunció a su cargo, la autoridad de educación del Estado no quiso reconocer los estudios de comercio y hasta ordenó el cierre de la “Academia Comercial”. Pronto y gracias a influencias se llegó a obtener el reconocimiento de estos estudios. Vino el desquite de los enemigos de la escuela y consiguieron nuevamente la clausura de la Academia. Sin embargo, diligencias renovadas alcanzaron a fines de septiembre la autorización del Sr. Gobernador para la enseñanza comercial. En cuanto a la Primaria tuvo que reiniciar el curso en los anexos de catedral. El curso empezó con 142 alumnos de los cuales 30 eran de comercio. Al finalizar el curso 1938-1939, siete jóvenes, los primeros graduados, recibieron su diploma oficial de teneduría y estenografía, fruto de tres años de arduos estudios en circunstancias nada favorables. No se sabe a quien admirar más, si a los Hermanos que hacen de choferes y cargadores, ó a los alumnos que viven el recreo en silencio para no delatar a las familias que se exponen. Juntos escriben una bella página de la educación católica en México.